sábado, 1 de agosto de 2009

Con los pies por delante

Querido Jack:

Joder, jamás pensé que escribiría una carta que nadie leería jamás. Porque las cartas sólo las pueden leer hacia quienes van dirigidas y, en este caso, esta carta va dirigida a un muerto. Tampoco pensé nunca que escribiría una carta a una persona que murió hace tanto tiempo y menos que esa persona fueras tú. Mi querido Jack.

Si puedo serte sincero, después de que murieras no pude hacerme a la idea de tu falta. Mi mundo se vino más abajo de lo que ya estaba y el recuerdo de aquellos puñetazos me vino a la mente con más fuerza que nunca. Pasé noches en vela pensando en ti. No podía soportar la idea de no volver a verte. Me sentía culpable, pero la verdad es que no sé porqué. ¿De tu muerte? Creo que no tengo la culpa. Quizá si, aunque realmente no sé la verdad acerca de cómo ocurrió. Así que, quizá, si que me debería sentir culpable de que te fueras para siempre. Y esta culpa sin razón me atormenta más de lo que podrías imaginar.

¿Sabes? Mi hija lleva varios años casada y es feliz. A veces me pregunto si les pasará como a ti y como a mí con nuestras mujeres y acabarán siendo un matrimonio desgraciado con un futuro por delante más desgraciado aún. Realmente no se lo deseo. Los dos sabemos cuán mal se pasa.

Jack, no puedes imaginar cuánto te echo de menos. Puede parecer una tontería, o quizá incluso que no es cierto, pero lo es. Si, te echo de menos. Puedes creértelo o no, pero yo sé la verdad. Sé que te añoro. Y ahora que llevas años muerto, me pregunto si realmente no estaba enamorado de ti. Muchas veces lo negué, otras veces creí que era así, pero luego lo volvía a negar. Ahora estoy cada vez más convencido de que si, estaba perdidamente enamorado de ti y que todo lo que hice en mi vida fue para tapar esos sentimientos que tenía hacia ti. Y ahora me arrepiento de haberlos ocultado.

Lo siento, Jack. Siento haber sido tan cobarde. Y lo que voy a hacer ahora también lo califico de cobarde. No me gustaría llegar a estos extremos, pero no soy lo suficientemente valiente como para afrontar la vida como me viene. Me han dado más de una paliza por mi condición. Me miran mal cuando paseo por la calle. Casi no salgo de casa por miedo. Y ahora no volveré a salir de mi casa. Sólo saldré una vez: con los pies por delante.

Y ahora que rozo con mis dedos el gatillo del revólver que descansa junto a mi mano, me pregunto si te veré allá arriba o a donde quiera que lleguen nuestras almas después de la muerte. Espero volver a verte y así poder cumplir un sueño de esos que tienes desde siempre: para siempre juntos. ¿No? Eso espero.

Eternamente tuyo,

Ennis

No hay comentarios: