domingo, 8 de mayo de 2011

18. Las diferencias

Se levantó. El portazo que había dado Rouge al salir de su apartamento le había descolocado completamente, al igual que lo había hecho el mero hecho de que fuera ella quien se marchara por voluntad propia en vez de ser él quien la echara de su piso. Siempre era así y siempre sería así: después de una noche, mejor o peor dependiendo de diversos factores, al amanecer tendría que sacar a la chica de su cama; tenían la manía de quedarse porque querían desayunar y la mayoría no entendían que un polvo era simplemente eso. Un polvo. Nada más. Si querían desayunar, había una cafetería al lado del portal donde ponían unos cruasanes realmente exquisitos.

Pero Rouge había sido completamente distinta. Sin olvidar lo frescos que resultaban sus besos, había decidido marcharse sin que Connor se lo pidiera. Ni siquiera había hecho algo por despertarle. Por una parte había sido maravilloso; pero por otra había sido completamente… extraño.

Se arrastró hasta la cocina y volvió a mirar la cafetera. Seguía vacía. Y no albergaba ninguna esperanza de que Kim volviera a aparecer mágicamente con dos cafés con leche para llevar y unos donuts recién comprados. Así que, por primera vez en tres o cuatro días, preparó la cafetera e hizo café.

Mientras el oscuro líquido goteaba en la jarra de cristal y él se fumaba el primer cigarro del día, dejando que las volutas azules se mezclaran con el aroma amargo del café, un pensamiento se escurrió hasta su boca.

-¿Y si la vuelvo a ver? –murmuró para sí mismo, y dio una calada profunda al cigarro.