La chica se paseaba por el bordillo, impaciente. Jugaba a mantener el equilibrio para distraerse un poco. Pero aunque caminaba y se concentraba en no caerse hacia los lados, no servía para mucho. Estaba tan nerviosa que ni siquiera así podía dejar de pensar. Cuando se cansó de jugar, se sentó en el bordillo y miró el reloj.
- "Las once y cuarto -pensó-. Se retrasan."
No deberían retrasarse. Habían quedado a las once porque ellos habían previsto lo que iban a tardar en hacer la ruta. Y en esos casos, el hecho de un pequeño retraso hacía que la cabeza de la chica se dirigiera a un accidente y no hacia un atasco a la entrada de la ciudad. Apoyó su cara en las manos y resopló, mientras oía como Alberto se acercaba hacia ella por detrás y se sentaba a su lado.
- ¿Qué te pasa?
- Se retrasan -la chica miraba constantemente a un lado y a otro de la calle, por si veía acercarse ese tan deseado coche gris-. No deberían retrasarse.
- Tranquila, ya verás como están en un atasco.
La chica miró a su amigo con una ceja arqueada, como si no le creyera. En el fondo quería creer lo que Alberto le decía, pero su naturaleza era tan catastrofista que no se lo permitía. Aunque positiva, tendía al catastrofismo. Y por eso mismo a veces se condenaba. Porque siempre se acababa preocupando por cosas por las que no debería preocuparse, como de un simple retraso.
Y entonces, de repente, por la curva de la calle apareció aquel coche que llevaba quince minutos esperando. Cuando aparcaron y el conductor salió por la puerta, ella se dirigió a él y se abrazó a su cuello.
Por fin... por fin después de tanto tiempo deseándolo, después de tantos kilómetros recorridos con la imaginación, ahora podía abrazarle de verdad. Eso no era un sueño. Los sueños se habían acabado durante tres largos días en los que estaría a su lado. Después volvería a soñar, pero siempre con la esperanza de que le volvería a ver. Pero, ¿qué más daba el futuro? Ahora estaba abrazada a él y le acababa de besar.
Y eso era lo único que importaba. ¿Los kilómetros? Eso ya eran lo de menos.
Shurha
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